Todas las localidades del Monumental se vendieron y se estima que se recaudó poco más de US$8 millones
A los que aún no terminamos de creer la mejor historia de nuestras vidas; para quienes la noche del lunes último corrimos a los brazos de nuestros hijos con la pretensión, a la postre imposible, de contar todo en un tirón sobre aquel recital de leyenda; a los que todavía nos sentimos en un vértigo de angustia porque tuvimos a un Beatle, tal vez el preferido, al frente; a los que, zigzagueando a una retahíla inagotable de vehículos y gente, decidimos emprender juntos la retirada del Monumental al tiempo de comprobar cuántas veces estuvimos por romper en llanto… y cuántas, lloramos; para todos nosotros, sí, todavía quedan cifras de interés.
Paul McCartney, el Beatle al que quienes fuimos niños en los ochenta también conocimos convertido en caricatura junto a la de sus tres compañeros de banda, no abrió la velada con el célebre “Magical Mistery Tour”, como muchos lo pensaban.
Su show fue de por sí un viaje intenso -una obra de realismo mágico del que ya se ha dicho tanto y tanto ha sido tan poco- que llegó en total a más de 50 mil personas, según cifras oficiales proporcionadas por el empresario Jorge Ferrand, artífice de la llegada de Paul a nuestro país.
En suma, quedaron registradas 12 mil entradas vendidas en tribuna Nortede 12 mil que se ofertaron para esta localidad. Oriente y Occidente cerraron con 18 mil boletos agotados.
En cancha, zona que se dividió en tres subsectores (Red carpet, Platinum y VIP) también se alcanzó el tope: 12.500 asistentes. Los palcos no hubieran soportado la presencia de un alfiler extra: se contaron 9 mil personas.
McCartney, a dos días de sacudir Lima y haber convertido el recinto de Universitario de Deportes en epicentro mundial del rock and roll, ha vuelto a publicar en su web site dos nuevos videos de su paso por estas tierras.
En uno, el buen Paul aparece saludando tras la ventana del vehículo que lo lleva al Monumental, horas antes del concierto. El otro, con imágenes de su salida del Miraflores Park Plaza rumbo al aeropuerto Jorge Chávez, lo muestra del brazo de su novia en efusiva despedida del Perú.
En palabras de Ferrand, el ex Beatle partió no sin antes felicitar al equipo de producción que hizo posible su llegada a la capital. “Good job!”, había pronunciado el mismo sonriente McCartney que solo horas antes salió sin tapujos a pasear en bicicleta por Miraflores.
Si bien queda por restarse el pago correspondiente a impuestos, así como a proveedores y decenas de desembolsos pendientes, los organizadores estiman que el concierto arrojó una recaudación de 8 millones de dólares o 23 millones de soles.
En cuanto a los gastos de producción, las cifras dan cuenta, hasta el momento, que se trata del show más caro que jamás se haya hecho en el país (cuatro veces por encima de cualquiera), pero también del que mejores ingresos ha dejado.
Dos cláusulas de confidencialidad en los contratos que se suscribieron para la realización del recital, impiden que sean de conocimiento público los pagos al ex Beatle así como el porcentaje que le corresponde al club Universitario de Deportes.
Lejos de cualquier frío cálculo numérico, el legado que dejó el paso de Paul McCartney por Lima tiene ya vida propia. Actuará como trazo firme entre un antes y un después para la vida de tantos. Reflexión de culto, centro de peregrinaje interno. Un mito que convivirá con nuestras palpitaciones… y será inexpugnable.
ENRIQUE VERA/ELCOMERCIO.PE
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